¿Por qué la gente se va de mi empresa?
El mito del "buen sueldo lo retiene todo"
Durante décadas, el salario fue considerado el principal motor de atracción y retención de personas. Sin embargo, las nuevas generaciones y los cambios culturales han hecho evidente que el dinero es necesario, pero no suficiente. El sueldo puede atraer, pero no fideliza por sí solo.
Las personas no cambian si no saben cómo. Y en muchas ocasiones, los líderes tampoco lo hacen. Se sigue dirigiendo desde modelos anticuados, jerárquicos, que no generan sentido de pertenencia ni permiten que el talento florezca.
“Desde que empezamos el proceso con ekinBarri hemos reducido la rotación y las personas vienen a trabajar con otra actitud. Hay una energía distinta, una ilusión que hacía años no veíamos”.
Causas profundas de la rotación
Los estudios lo confirman: la principal causa por la que las personas abandonan una empresa no es el salario, sino el liderazgo. Un entorno tóxico, la falta de reconocimiento, la ausencia de visión compartida, la desconexión emocional con el propósito de la organización o la falta de autonomía son detonantes más poderosos que una oferta económica mejor.
Y cuando una persona se va, no se lleva solo su conocimiento o habilidades: se lleva relaciones, procesos, visión. Cada salida forzada o inesperada supone un coste económico y emocional para toda la empresa.
Liderazgos que impulsan el compromiso
La pregunta entonces cambia: ¿cómo genero un entorno en el que la gente quiera quedarse? La respuesta está en el liderazgo. Pero no cualquier tipo de liderazgo, sino aquel que escucha, conecta, inspira y actúa con coherencia. Un liderazgo que deja espacio para que las personas participen en la toma de decisiones, que comparte la visión de negocio, que mima sin caer en el buenismo.
La clave está en pasar del control al acompañamiento. Del dirigir al facilitar. De la jerarquía al propósito compartido.
Casos reales: el dinero no basta
Empresas de todos los tamaños se enfrentan a esta realidad. Negocios que pagan bien pero donde las personas se sienten quemadas, desmotivadas o simplemente desconectadas. Y otras, con menos capacidad económica, donde el clima es tan positivo que la gente permanece, crece y se implica más allá de lo exigido.
El último informe global de compromiso laboral de Gallup (2023) arroja un dato inquietante: sólo el 23% de las personas trabajadoras en todo el mundo están realmente comprometidas con su trabajo. El 59% está “no comprometido”, es decir, cumple, pero sin implicación emocional, y un 18% está activamente “desconectado”. Esto significa que, aunque una empresa ofrezca condiciones económicas atractivas, puede estar perdiendo el verdadero motor del rendimiento: el compromiso interno.
“Llevábamos tiempo viendo cómo incluso los perfiles mejor pagados se marchaban. Pensábamos que era una cuestión de competencia salarial, pero entendimos que había que cambiar el modelo de liderazgo. Con ekinBarri aprendimos a escuchar de verdad. Ahora hay más compromiso, más iniciativa y mejores resultados”
Un caso paradigmático es el de una empresa industrial que, tras años de rotación constante, decidió trabajar en profundidad su cultura y liderazgo. Al poco tiempo, no solo bajó la rotación, sino que mejoraron los indicadores de productividad, absentismo y clima. ¿El sueldo? No se tocó.
La solución: transformar el liderazgo
Las personas no cambian si no saben cómo. Y lo mismo ocurre con las empresas. No se trata de improvisar. Se trata de acompañar procesos de cambio reales, desde el liderazgo. No hablamos de cursos puntuales ni charlas motivacionales. Hablamos de metodologías que permiten revisar cómo se toman las decisiones, cómo se gestiona el conflicto, cómo se reconocen los logros, cómo se escucha y cómo se alinea a todo el equipo con una visión clara de negocio.
Este tipo de transformación requiere voluntad, pero también guía. Existen programas que ayudan a dar ese paso. Que no sólo diagnostican, sino que se implican en el proceso, para lograr cambios sostenibles que se traduzcan en resultados de negocio.
Retener desde la coherencia y la visión compartida
La retención del talento no se compra: se construye. Se basa en la calidad de las relaciones internas, en la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y en un liderazgo capaz de generar espacios donde las personas quieran estar, crecer y aportar.
Invertir en ese cambio no es un gasto: es una decisión estratégica que impacta directamente en los resultados. Porque cuando el talento se queda, se compromete. Y cuando se compromete, todo cambia. El informe Gallup así lo recoge: las organizaciones con equipos más comprometidos obtienen un 21% más de rentabilidad y un 41% menos de absentismo que las que tienen empleados desconectados.
Los datos están ahí. Y lo que muestran es claro: el salario puede atraer, pero es la cultura, el liderazgo y la visión compartida lo que realmente fideliza.
¿Quieres empezar a transformar tu manera de liderar? Hay caminos. Pero el primer paso siempre es saber que hay otra forma de hacerlo. Y que no estás solo o sola para recorrerlo.